“El emprendimiento es como la felicidad. Todo el mundo la busca, pero cada uno tiene una idea diferente de qué es». La autora de la analogía es Margherita Bagacilupo, investigadora y analista de políticas públicas en el Joint Research Centre, que intenta explicar así la necesidad del EntreComp Framework, el marco de competencias del emprendimiento publicado por la Comisión Europea y del que es coautora.
El marco europeo de competencias para el emprendimiento es la referencia de cabecera para todos aquellos interesados en el emprendizaje en contextos formales e informales. También para NEMESIS, que lo ha usado – junto con otras publicaciones- como punto de partida para reflexionar sobre las diferencias y semejanzas entre el emprendimiento y la educación para la innovación social.
Q. Empecemos por el principio: ¿innovación o emprendimiento?
A: Hay que ser emprendedor para materializar una innovación, pero no es necesario innovar para ser emprendedor. Emprender es crear valor para otros, un valor que puede ser comercial, cultural o social pero que no tiene por qué ser nuevo. Si abro una pizzería estaré emprendiendo – y usando todas las competencias que se requieren para montar un negocio- pero no estoy innovando.
El emprendimiento es por tanto unconcepto más amplio, que incluye la creación de valor pero no exige que ese valor sea ‘nuevo’, al contrario que la innovación. Tal y como nosotros lo entendemos, la innovación es uno de los posibles resultados del emprendimiento, al igual que crear una empresa o ser activista ciudadano. Al final todo esto es un problema de definiciones, un discusión en la que podríamos enzarzarnos para siempre.
Q: Justo mencionaba el activismo ciudadano, pero cuando hablamos de emprendimiento lo que la mayoría tiene en la cabeza son hombres y mujeres de negocio. ¿Qué puede ofercer la educación para el emprendimiento emprededora a aquellos interesados en la innvación social?
A: Educación para el emprendimiento es una etiqueta que usamos para referirnos a una cultura de creación de valor económico y social. Es posible que empredimiento no sea la mejor palabra porque es cierto que cuando pensamos en ella – sobre todo en ciertos países- hacemos una conexión automática con el mundo de los negocios (sobre todo con ‘hombres’ de negocio) y la creación de valor no va solo de eso.
Lo podríamos llamar habilidades para el cambio, habilidades para la vida, para la creación de valor, para la innovación social o, simpemente, habilidades para la innovación. Sin embargo, ninguna etiqueta será nunca perfecta. Lo importante es que seamos al definir qué entendemos por creación de valor, lo hagamos de modo que dé cabida a la innovación social.
En realidad no hay diferencia entre las competencias que necesitas para crear valor cultural, social o económico. Además, cómo cominas estos valores depende de ti: para que tu empresa social pueda tener impacto necesitas que tenga valor económico, tener conocimientos financieros. De lo contrario eres un soñador, no un agente de cambio.
«Lo primero que deben hacer las escuelas para que sus alumnos desarrollen espíritu emprendedor es abrirse a su entorno»
A: Sí. Sin duda. El proceso para convertirse es innovador es progresivo, un camino en el que cada vez se es capaz de enfrentar mayores retos. Y si eso es algo que no se puede enseñar, desde luego se puede entrenar. A innovar se aprende innovando, haciendo. Puedes aprender sobre emprendimiento en un máster de negocios: qué significa ser emprendedor, qué casos han tenido éxito y cuáles no… pero lo que intentamos no es aprender sobre empredimiento sino que aprendan a ser emprendedores. En este caso, ser es hacer.
Q: El marco europeo de comptencias para el emprendimiento, del que eres coautora, define las competencias emprendedoras pero, ¿cómo pueden aplicarlas las escuelas?
A: Depende del su contexto. No deberíamos pensar en las escuelas como algo aislado, sino como algo imbrincado en una comunidad, en un contexto. Lo primero que deberían hacer para apoyar que su alumando desarrolle espíritu emprendedor es abrirse a su entorno, sea cual sea.
Tal como nosotros lo definimos, la creación de valor que se da en el emprendimiento se refiere a crear valor para otros. Es decir, no se le pide al alumnado que haga los deberes para agradar al profesor o amoldarse a una serie de normas que les reportarán buenas notas y contentarán a padres y profesores. De lo que hablamos es de lo que ese grupo de estudiantes puede aportar a quienes están fuera de las aulasen este momento, tanto a una comunidad externa a la escuela como a la futura generación de alumnos.
Si pudiera dar solo un único consejo a las esculas, sería reflexionar sobre esta idea de aportar valor a quienes están fuera, a los otros. ¿Quiénes son esos otros? No es el profesorado, no son otros alumnos; es alguien externo. Es la oportunidad de crear valor para esos otros lo que posibilita la adquisición de las comptencias que se recogen en el marco de referencia.
«El valor de la diversidad debe estar imbuído en el desarrollo de las comptenciencias»
Q: Las mujeres están infrarepresentadas en el emprendimiento, aunque parece que la brecha se reduce un poco cuando hablamos de empredimiento social. ¿Cómo podemos atajar esto desde la educación?
A: En primer lugar, el valor de la diversidad -no solo de la diversidad de género- tiene que estar imbuído en el desarrollo de las competencias. Como docente, puedes fomentar la diversidad separando los grupos de amigos – porque las amistades suelen ser parecidas- y reagrupando en función de género o cualquier otro criterio que sea relevante en el contexto. La clave es considerar la diversidad como un elemento que enriquece el procesod e creación de valor.
En segundo lugar, es importante ser consciente de todos los estereotipos asociados a «quién hace qué» en a sociedad. ¿Quién crea valor? ¿Qué valores son los más importantes? Cambiar y diversificar la selección de modelos [que ofrecemos a los estudiantes] es un paso importnate. Abrir el aula a tu entorno puede ser una manera de poner en contexto la creación de valor. Si invitas a emprendedores a que vayan al aula – algo que se intenta fomentar desde la Unión Europea- piensa en a quiénes vas a invitar: si solo llevas hombres blancos que trabajen en tecnología, por ejemplo, estás fomentando una idea determinada de qué es el empredimiento y quiénes los modelos a seguir. Sin embargo, si invitas a una selección más diversa, que incluya mujeres, migrantes, activistas cuidadanos y miembros de diferentes grupos – no solo negocios, también ONGs o asociaciones- entonces les ofreces una representación más amplia de la creación de valor y de modelos a seguir.
Q: Otro grupo infrarepresentado son quienes provienen de entornos desfavorecidos. ¿Alguna strategia para incluirlos?
A: Uno de los hallazgos del pryecto europeo Youth Start es que la educación emprendedora realmente motiva a los estudiantes, los implica en el proceso, así que puede ser de gran ayuda en aquellos casos en que existe el riesgo de abandono escolar,. Este tipo de educación ayuda al alumnado a encontrar sentido en la educación, a entender que aportar valor no tiene que ver con libros de texto que quizá no les digan nada, sino con su propia capacidad de mejorar su propio contexto, sea el que sea.
Cuando invitemos emprendedores a las aulas, en lugar de invitar al típico hombre blanco con traje y corbata del sector de los negocios, busquemos otros ejemplos. De nuevo se trata de tener una perspectiva amplia, diversa, que englobe todas las variantes. Incorporar esa diversidad es clave. Además, puede ser interesante involucrar al barrio, a la comunidad más cercana, en el diseño de actividades educativas como modo invlucrar a toda la comunidad.